lunes, 8 de septiembre de 2008


El mar, inmensidad que nos invade.

Contra su voluntad, un ojo.

Las mujeres, musas llenas de letras

Y la mínima circunstancia...

· La Escafandra y la Mariposa, pequeña y genial, se define magnifica, terrible, dolorosa, tierna y cínica en pocas palabras. Una poesía, una canción. Una película.

· Schnabel pasea su bella mirada de pintor y biografo por un mundo al que sólo le hace falta un ojo para narrar. Ese ojo ultra móvil y terrible que va reflejando el devenir. El fácil subir, fácil bajar. La fragilidad del éxito y la candente expresividad de lo inimaginable: la tragedia humana. La sorpresiva explosión de lo terminal y la bella resignación del vivir.

· La imaginación y los recuerdos convierten a un inmóvil editor de la revista Elle es una persona maravillosa, repleta de pequeñas viñetas de vida, ¿qué cosa ocurrió antes? ¿Qué parte nos sigue todo el tiempo? ¿Qué nos devuelve el sufrimiento? ¿Qué ganamos o perdemos con la inutilidad del alma?

· Monólogos internos, explicaciones veladas, miradas finas, dulces, agridulces. Un actor (o varios, cómo obviar aquí al inacabable Max Von Sydow) finísimo en el registro. Golpes bajos tan sutiles como necesarios. Cámaras subjetivas que saben cuándo dejar de asfixiarnos. Schnabel utiliza su paleta de recursos con sabiduría.

· ¿Es esto un melodrama?

· ¿Todas las mujeres de este film necesitaban ser tan bonitas?

· Las preguntas disparan nuestras mariposas, claro. Una película inteligente y sensible debería llenarnos el living de mariposas.

· Y escribir sobre ella debería liberarnos de nuestra escafandra cotidiana.



3 comentarios:

Pat- dijo...

"No puedo hacerlo con la Madonna mirándonos"

la foto que pusiste me hizo acordar a esa escena.
Y es cierto, todas las mujeres de la pelicula son lindas.

Fede / Billie dijo...

Yo escribí en Livra hace unos días:

"La historia real -pero ficcionalizada- sobre un hombre que sufre un paro y queda completamente paralizado, y cuya única posibilidad de contacto con el exterior es el parpadeo de un ojo, un extraño síndrome que muchos emparentan con ser enterrado vivo...
Seamos francos: el argumento es una invitación al golpe bajo. Uno se imagina esta película dirigida por Iñárritu o por Paul Haggis y se agarra la cabeza.
Pero no: hay una diferencia sutil entre los golpes al estómago y los golpes al corazón. El director Julian Schnabel sabe manejar estos últimos, tal como lo demostró hace unos meses con el superlativo documental 'Berlin', cubriendo la honesta e intimista presentación en vivo del álbum de Lou Reed.
Y es que Schnabel no es sólo un director de cine. Quiero decir: Schnabel es, ante todo, un reconocido pintor contemporáneo. Y la faceta de artista visual, en este caso, toma ribetes interesantes. ¿Quién sino podría haberle escapado tan bien a la tentación indie de hacer una 'película de hospitales' hecha y derecha? El film resuelve el bajón internándose en la mente del protagonista como pocas películas recientes lo han hecho, ilustrando sueños, fantasías y recuerdos de manera magistral, con una maravilla visual que paga con creces la visita al cine. El manejo del lenguaje cinematográfico alcanzado es sencillamente maravilloso.
De esta manera, lo que podría haber sido una autoflagelación impotente y culposa se transforma en una inspirada exploración de la autoconciencia. Toda una experiencia."

Chris Kofman dijo...

genial!