martes, 9 de septiembre de 2008
Cine Catástrofe o Más Catástrofes para el Cine...
A veces ocurre. Nos dejamos llevar por internet y el ruidito de una película muy “bajada” nos lleva al error. Obviamente, la bajamos. Pero el error no queda ahí, no. La miramos. Dejamos ir una hora y media de alguna bonita tarde de Agosto en la consumación de un ultraje tremendo. Cine catástrofe leemos por allí. Catástrofe para el cine y para nosotros, pensamos seriamente.
Así llegamos a lo que han dado en llamar “Doomsday”, un engendro británico que no solamente aburre sino que, además, es un panfletario pastiche sin consigna alguna salvo un velado mensaje anti-escocés. ¿Una broma pesada para vengar la victoria de Andy Murray sobre nuestro Pan Triste ganador Juan Martin Del Potro? No. Lamentablemente esta película fue filmada con una seriedad que desconsuela.
La cosa viene así: Parece que de acá a unos años devendrá en las tierras del buen whisky una suerte de epidemia llamada “RipOff” (en un acierto traducida como “La Parca”). Sin mucho más, los ingleses de buen vivir deciden construir un muro, cerrar las fronteras y olvidarse de Escocia para siempre. No sin antes dejar huérfana a una pequeña niñita cuya seña particular es un ojo de vidrio ganado en la víspera. Pasan los años, la niña crece, se vuelve un clon feúcho de Angelina Joliet y emprende un viajecito de vuelta al pueblo en busca de una cura (ah sí, ahora está en peligro la empobrecida Londres) para encontrarse allí con los sobrevivientes de la parca que se han dividido en dos grupos: locos salidos de un video ochentero de Billy Idol (les juro que la horda de vándalos en cuestión es tan patética que provoca bronca y no gracia) y viejos vinagres vueltos al Medioevo (No se entiende bien qué pito toca un médico ahora líder todopoderoso). Todo esto mezclado con escenas refritas de cine de ciencia ficción (desde Blade Runner hasta Mad Max pasando por todo lo posiblemente robable), vueltas de tuercas de guión que se olvidan rápidamente, muertes truculentas que no mueven un pelo, música exageradamente alta e innecesaria, una resolución penosa e inentendiblemente tonta y más, más, más. ¿Hay algún logro en toda esta mezcolanza descontrolada? Sí, quizás. En algún momento me dije: “ok, esto es tan anárquico que puede ser divertido”. Ok, fue un error. No es divertido porque no hay humor en el registro. No hay diversión porque la película es tan autoconsciente de sus debilidades que por momentos deja sólo lugar al asombro, no puede ser peor. Saberse malo, débil o poco interesante le ha deparado a ciertas películas la chance de salir airosas, no se toman en serio, se divierten en su misma salsa y zafan. Nada de eso ocurre en Doomsday. Es lo peor. No es cine.
Siempre recuerdo la sorpresa que me provocan algunas perlas de ese transgénero al que tanto contribuyó George Romero, el cine de zombis. Ese terror mezclado con catástrofe que ha resurgido en los últimos tiempos. Romero y los que supieron entender y recrear aquél mensaje acoplaron ideas con cierta velocidad. Ante más descontrol más humor. Romero estiliza y explora límites de una forma tan grotesca e hilarante que no nos queda otra que rendirnos. Hace no mucho, y ya que estamos hablando (o estábamos) de un film inglés, vi nuevamente “Shaun of the Dead” (Muertos de Risa, refrito título argentino). No existe mejor ejemplo que esa película para entender como la sátira puede golpear con eficacia aun en las historias más acartonadas. Funciona y depende de la inteligencia del realizador, claro, pero también nos pone alerta y no aburre nunca.
Doomsday cumple con todo eso pero no dignifica: aburre, desconcierta, nos deja un sabor amargo e incompleto. Ni siquiera nos provoca una sonrisa… cuestión que me lleva a varios puntos con los que concateno a la próxima crítica: sátira, humor, cine serio, cine de género, risas, ¿Por qué y de qué nos reímos en el cine?
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