jueves, 11 de septiembre de 2008

La Incomodidad de los Lugares...


Las mudanzas (y propongo aquí que cada lector indique entre sus archivos personales el tipo de mudanza que fuere: de hogar, de trabajo, de pareja) traen siempre aparejado un relevante y complejo nivel de extrañeza. Lo habitual y concreto, a partir de este proceso, empieza a ser probable y difuso. Los lugares, esas convenciones fácticas que vamos construyendo al sumarle sentidos y simbolismo, dejan de ser lo que solían para convertirse en zonas oscuras, vacías, desprovistas. Nuestros ojos, nuestra mirada es, por sobre todas las cosas, el orden estricto que va acomodando lo desconcertante y lo va haciendo amigable. Opera allí nuestro gusto, nuestra estética o, a veces, nuestras meras posibilidades económicas. Sin más, nuestras decisiones finiquitan la puesta en escena de lo que consideramos cotidiano y la única necesidad ulterior de este jueguito es la "tranquilidad".
Caminar, disfrutar, vivir en los lugares en que habitamos nuestra día a día es siempre un proceso construído a partir del deseo de comodidad, la economía de movimientos y la intimidad (desde una habitación, un baño, una escalera hasta el color en que pintamos las paredes)
Todo es una puesta en escena en donde nuestros ojos recorren, eligen, disfrutan, sufren, se cierran y se abren.
Llamativo fue, entonces, el camino que recorrí hasta poder ver esta película de los catalanes Jaume Balagueró y Paco Plaza llamada [Rec]. Hace unos cuantos meses, unos amigos me recomendaron la peli mientras almorzábamos y charlábamos sobre "El Diario de los Muertos" la última entrega de la (un poco maltrecha ya) seguidilla de George Romero. Decían ellos que la película contenía una estética "casera" y que realmente era original. Pensé, con mucho prejuicio, que iba a encontrarme con un Blair Witch en castellano y la idea de "cine dentro del cine" en un film de terror (sobre todo después de ver el fallidito de Romero, perdonado desde ya) o suspenso no me tentaba demasiado. No había un estreno comercial pactado, no había notas que escribir, no había mucho salvo la recomendación de dos personas a las que admiro y respeto mucho. Pasó también que me estaba mudando. Las cajas, el desorden, la desaparición y aparición de cosas fueron perdiendo a la película (que fue bajada y almacenada puntualmente en un dvd) en un olvido un tanto buscado.
Finalmente, y casi como último recurso para un domingo aburrido, miré [Rec].
Más llamativo aun fue que de un clásico planteo inicial; a saber: Filmación encontrada, crudo de un programa nocturno de tv que busca mostrar secretos y curiosidades aquellos trabajos que se desarrollan "mientras usted duerme". Cuartel de bomberos. Muchacha bonita, notera. Una llamada que los lleva a una "comunidad" que, con el pasar de los minutos, se convertirá en una pesadilla asfixiante de seres extraños, gritos, más y más quiebres de una realidad común y simplona entrando y saliendo en la vida de personajes estereotipados (una familia china, un petitero argentino, un médico, una señora y su hija, unos ancianitos simpáticos) pueda haber devenido uno de los films más interesantes que haya visto en estos últimos tiempos.
Esa aceptación, obra y gracia de las decisiones narrativas del duo creativo que dirige, se basa en el personaje principal: Pablo. Pablo es el camarógrafo. Más bien, Pablo somos nosotros, nuestros ojos, nuestras miradas. Pablo filma y mueve la cámara, apaga y prende, elige, barre, funde, encandila y deja vivir, escucha, transcurre, se deja mandonear y nos deja helados. Pablo es la cámara, Pablo es la puesta en escena que va haciendo de Rec una película terrible. Y la cámara, que se mueve del formato televisivo más aburrido hasta llegar a convertirse en una suerte de montaña rusa de emoción, no es aquí el mero hecho voyeurista que busca sangre, gente muerta o por morir, zombies, mujeres gordas o niñas enfermas (aunque es una consecuencia de esas decisiones que las escenas que definen la aparición de esas convenciones sean realmente antológicas). La cámara es la necesidad de ordenar los espacios de un lugar que no conocemos y que nos da miedo. Este edificio, al que fuimos llevados, es la montaña rusa. No podemos subir más que nuestros pies (u ojos), no podemos escapar porque afuera han declarado (la sociedad, las instituciones) que así lo hiciesemos. No podemos dejar de mirar porque es la única forma de encontrar familiaridad. Estos largos pasillos oscuros, estas escaleras blancas, estos rostros asustados, estos personajes que van y vienen explicando lo sobrenatural sólo buscan volver a la tranquilidad. Volver al orden. Y ahí está Pablo, o la cámara, o Nosotros, para compartir el viaje.
Obviamente, el viaje no es placentero ni cómodo y, promediando la película, se vuelve un poco tedioso (sí, hay un bache de unos 20' en donde la peli se pincha un poco, hay que decirlo). Sin embargo, es posiblemente el tedio, la incomodad la sensación que más se aproxima al vacío que provoca lo desconocido. Así [Rec] empieza a contruir una serie de escenas extremadamente logradas, aciertos visuales inesperados y deviene en un último cuarto de hora exasperante. La luz, o la falta de la misma, es, nuevamente, parte de una elección estética. Aquí el acierto de Balagueró y Plaza o de Pablo y su cámara es dejarse llevar por el caos. La película escala en tensión por la escalera del edificio y nos deja sin luz y sin aliento en el último piso donde la cámara, una vez más, deberá adaptarse, mutar, hacerse oscuridad para seguir viendo, mirando, acomodando, poniendo en escena. Opresión sentimos cuandos nuestros ojos encuentran allí una historia paralela (a decir verdad un poco descuidada y realmente innecesaria. Los que conocen la filmografía de los muchachos dicen que forma parte de su mitología clásica) que irá explicando lo sucedido. Explicando pero no acomodando, no tranquilizando porque el final es de todo menos tranquilizador. Allí descubriremos un nuevo personaje al que no nos quedará otra que mirar, porque nuestros ojos ya son lo que vemos. No habrá más lugares por buscar, habrá que quedarse allí, acomodar y terminar por aceptar que no hay nada mejor que jugar al máximo con lo que no conocemos. [Rec] es una película inteligente que corre el riesgo de, al menos, intentar incomodarnos. Nos lleva a un vacío oscuro y total y nos deja solos. Hay quienes, aun en medio de una mudanza, podemos disfrutar de eso y recomendarlo. Siempre estará Pablo para dejarnos ver...

1 comentario:

Lake dijo...

Jaja, nosotros también te queremos Kofman!!!!!