jueves, 13 de noviembre de 2008

Pinapple Express, Otra Joya de la Factoría Apatow


Luego de un impasse algo más extenso de lo esperado, volvemos con una crítica que invita a que "vean esta película". Pineapple Express, una nueva joya dirigida por David Gordon Green (del que no hablamos nada) y producida y escrita por Judd Apatow, Seth Rogen y Evan Goldberg (a los que le damos todas las loas).






Triada gloriosa esta de Judd Apatow, Evan Goldberg y Seth Rogen. Sus películas rebozan de cualidades. Personajes coloridos que llevan historias únicas e irrepetibles. Tal como sus creadores, estos tipos suelen ser tres (Pineapple Express, Superbad, Drillbit Taylor), suelen ser jóvenes o adultos con actitudes adolescentes (Los amigos de Virgen a los 40 o Ligeramente Embarazada). Suelen estar tirados al costado de un camino horizontal "Angelino" que los incorpora en la primera o segunda escena de la película y los va desarrollando sin dilación haciendo de esta experiencia una verdadera maravilla.
En Pinapple Express, película audaz, delirante y violenta, la mayoría de las miradas se van a posar en el tema "drogón" que mueve la acción, suerte de McGuffin. Sin embargo, (como ocurre en las pelis bendecidas por Apatow) será la conformación narrativa en pantalla de este duo desparejo(los maravillosos Seth Rogen y James Franco) y finalmente de un trio antológico(sumando al genial Danny McBride)lo que nos haga sacarnos el sombrero.
Estos personajes no sólo son posibles dentro de su propia magia (un mundo particular que no existe pero a la vez es terriblemente real y moderno) sino que además son mágicos, lo que implica una doble originalidad. Apatow, Rogen y Goldberg no son novatos en esto, están acostumbrados y nos están acostumbrando a estas pequeñas maravillas.
Pinapple Express habla de droga y la muestra pero, siguendo esta mirada irrepetible y casi infantil, también habla de un mundo particular. Un mundo ganado por la desidia y la miseria. Un mundo corrupto donde todo se rompe, todo se mata una o dos veces y vuelve a caminar y se vuelve a matar. Y a los tiros limpios, claro.
Donde los malos viven arriba y los buenos viven en el auto. Un mundo extremadamente "Norteamericano". Apatow y compañía pergenian aquí una de sus películas menos inocentes en ese aspecto. La cantidad de muertos que contiene esta comedia la hace algo especial. La escena final, extensa y fantástica, no tiene nada que envidiarle a aquella gran comedia de tiros y tragedia que fue la Scarface de De Palma.
Pero, como hablamos algunas veces ya, P.E. no deja nunca de ser una gran comedia, con grandes personajes, grandes "oneliners", grandes momentos, grandes actores. Con o sin droga esta es una película coherente, entretenida, desprendida, generosa y sumamente graciosa.
Los buenos ganan, sobreviven a las balas y pueden hablar de este mundo dificil y, casi como un chiste interno, pueden charlar sobre la formación de la amistad. Todo eso en una película "de drogones", parece mucho logro pero para la creativa sociedad Apatow, Rogen y los suyos, es ya casi una obviedad necesaria.

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